¡Contemplad!
Contemplad cómo los pilares se alzan desde los abismos del tiempo. El ser humano observó cómo la naturaleza le mostraba sus secretos más profundos. Solo había que observar... observar y contemplar con paciencia hasta que el arcano se mostraba ante ti.
Una vez que el terror cósmico, el terror a la muerte hizo su aparición en la mente del ser humano, este tuvo que defenderse y así creó el lenguaje más antiguo de todos, la Lengua Madre: el simbolismo.
Toda religión, ciencia natural o filosofía tiene aquí su origen, en el miedo a la muerte.
Y así comenzaron a alzarse templos y las columnas y pilares que formaban parte de ellos se convirtieron en un símbolo... y nos hablaban de la relación entre lo de arriba y lo de abajo, del cielo y de la tierra, de lo que se muestra y lo que yace oculto...
En Egipto, las columnas nos hablaban del eterno sendero, formando una hilera que acompañaba al caminante a reunirse con sus dioses. solo había un camino y lo que quedaba a sus lados, apenas discernible, no existía...
En China, las columnas del los templos, al igual que estos, no dominan el paisaje, el espacio, sino que forman parte del conjunto como un elemento más. Están integrados en la naturaleza, se amoldan al paisaje...
En la Grecia clásica, las columnas nos hablan del eterno presente, del tiempo infinito que no tiene ni pasado ni futuro. La columna dórica penetra en la tierra, inmovilizando la existencia. El templo es rodeado, impidiendo que la consciencia se expanda en el espacio y en el tiempo. Todo era abarcable con una sola mirada...
En la basílica árabe, los pilares sostienen el espacio interior, aquel donde el alma mágica se encuentra. La bóveda es sostenida por columnas y se alza pero no para ascender sino para cubrir, para destacar lo que ocurre bajo ella, negando el "exterior"...
En el Renacimiento, las columnas en las fachadas de las catedrales nos hablan del impulso dinámico que empujaba al espíritu europeo tras el gótico. Las columnas salomónicas, entornándose sin fin, nos hablan de las fuerzas ocultas que relacionan lo superior con el inframundo, dos direcciones, dos caminos a seguir por parte del iniciado...
En el interior del templo catedralicio, los pilares se elevan como árboles de un bosque sin fin que unen sus copas sobre nosotros, hablándonos de horizontes lejanos que aún no han sido hallados. Esos ingentes pilares permiten que el exterior del templo penetre en el interior a través de las vidrieras, cuyos colores translúcidos nos muestran la esencia de lo inmaterial...
Y los templos siguen alzándose... y los pilares siguen sustentándolos...
Bar-Gal, miembro de PYLAR y del Numinoso Círculo Atlántico
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